El otro día en clase nos hicieron esta «autopregunta»: ¿soy libre? y esto dio pie a una reflexión, a pensar en si realmente la libertad que tanto anhelamos la tenemos y si verdaderamente existe.
A mi parecer no tenemos libertad en un sentido social y personal, estamos muy condicionados por muchos factores. La tecnología, siempre recurrimos al móvil, aunque digamos que no. Vamos en el autobús o en el metro y lo consultamos tontamente aunque sepamos que no tenemos internet o ningún mensaje no leído. El tiempo, vamos con prisas, nos ponemos objetivos en minutos para empezar o acabar lo que hacemos. Miramos el reloj con ansia, corremos, nos agobiamos y al final lo perdemos en vez de aprovecharlo.
Normas: ponte esto, no hagas eso, aquello es «normal»… Nos da miedo romper límites, clichés y fronteras. Nos da miedo esa diferencia, destacar, salirnos del habitual, de lo que estamos acostumbrados a ver, oir y hacer.
Y muchas veces nos autimponemos esas barreras y tenemos que abrir la puerta que nos cierra un mundo entero de nuevas posibilidades. Esas novedosas ideas las encontramos en gente que quizá pensábamos que no ibamos a congeniar con ella, con personas que quizá pensemos que no tenemos nada que ver pero derepente te das cuenta que te enseñan más que cualquier otra. Aprender, dejar la mente abierta y obtener nuevos conocimientos, ideas, pensamientos, emociones que tal vez no sabíamos que existían. Eso también es libertad. Esa capacidad para poder empaparte de nuevas cosas, de experiencias y relflexiones que nunca te habías planteado.
Y ahora te toca a ti ¿Tú, eres libre?
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